lunes, 15 de febrero de 2016

La trayectoria vital de Andrés Hurtado en "El árbol de la ciencia", de Pío Baroja




El árbol de la ciencia es una novela de Pío Baroja, publicada en 1911. La obra es la tercera entrega de la trilogía "La raza", una colección de tres libros que relatan la vida y evolución  de Andrés Hurtado, un joven madrileño. Su autor, Pío Baroja, formó parte de la “generación del 98”, corriente literaria de gran importancia en la época, la cual influyó de gran manera en su  obra. En el caso  de la trilogía de "La raza", dicha influencia se ve claramente en la presencia de rasgos como la sensación de incertidumbre ante el desarrollo del futuro, la angustia existencial, la visión escéptica de la sociedad y especialmente, el pesimismo.
Este último rasgo, el pesimismo, junto con el cinismo, se observan en el protagonista de la saga Andrés Hurtado y especialmente en El árbol de la ciencia. Este se nos presenta inicialmente como un joven e inocente estudiante universitario de medicina, y a lo largo de la novela va desarrollando un profundo pesimismo y escepticismo sobre la sociedad, hasta convertirse en un personaje radicalmente distinto. Si bien Baroja generalmente adopta una posición de distancia con respecto a sus personajes, la cantidad de detalles biográficos comunes[1] entre el autor y el personaje, junto con ciertas actitudes mostradas por Andrés, hacen sugieren una cierta función de “espejo” del autor.
Al comienzo de la novela se nos da a conocer por primera vez Andrés como un joven recién llegado a la universidad,  con el objetivo de estudiar la carrera de medicina,  con una gran vocación y deseo de aprender, y  unos intensos ideales republicanos de cambio. No obstante, su primer contacto con la vida universitaria, durante una clase de química, supone la primera  gran decepción para él, ya que se da cuenta de la diferencia entre su idea de la universidad como educación de máximo nivel y la realidad. [2] Sin embargo, si bien es el primer desengaño que se nos describe, es importante resaltar el episodio de la confesión religiosa que nos relata, ya que este hace que genere un fuerte escepticismo hacia todo el mundo religioso.
Cabe destacar el entorno familiar de Hurtado, de gran importancia para él, ya que propicia la actitud de escape de la sociedad y la soledad que marcan de gran manera la vida de Andrés. Su familia consiste en tres hermanos, una hermana y su padre. Es especialmente notable la pésima relación que mantiene con este último, al cual considera egoísta, egocéntrico, falso, e hipócrita, lo que les hace estar continuamente en disputa. Este entorno adquiere una gran importancia en el desarrollo de Andrés como persona, ya que le inclina hacia el aislamiento social, lo que le lleva a centrase en los libros, que a la vez que le inculcan una gran curiosidad y una actitud profundamente reflexiva. No obstante, esta afición a la  lectura le lleva a suspender química el primer año.
Durante el segundo año de carrera, Andrés comienza su “proceso de evolución psicológica”, en parte motivado por el contacto constante y profundo con la vida universitaria y social.  En este periodo son realmente importantes sus primeras clases de disección humana, durante las cuales Hurtado descubre numerosos aspectos desagradables de la medicina que, aunque no le desposeen de su interés, le repugnan. Esto más adelante será una de las causas de su rechazo a la práctica de la medicina. Respecto a la vida social, Andrés ve incrementado y diversificado su círculo de amistades, al entrar en contacto con la vida nocturna de Madrid. Cabe destacar Fermín Ibarra, ante el cual expone su, ya pesimista, visión de la sociedad.
Al empezar tercero comienza el curso con ilusión, pero se lleva una nueva decepción al comprobar la naturaleza de su asignatura favorita, la fisiología, lo que refuerza su pesimismo sobre la medicina. Sin embargo, destaca su amistad con Montaner, símbolo de los cambios que ha sufrido desde el comienzo de la universidad. Andrés además  experimenta un episodio de frustración al comprobar como un profesor al que admiraba es rebatido por un ingeniero. Este incidente promueve el  interés de Hurtado por la filosofía, especialmente la de Kant y Schopenhauer, lo cual refuerza su espíritu crítico.
Al comienzo del quinto año Luisito enfermo. Esto es un duro golpe para Andrés y le provoca  un gran malestar, ya que tiene un gran cariño al niño, y refuerza su visión negativa de la vida, ya que no entiende porque siempre contacta con la parte más mala del mundo. Esto refuerza aún más su afinidad por la filosofía pesimista de Schopenhauer. Poco después, Aracil le invita a un curso de enfermedades venéreas en el San Juan de Dios, durante el cual Andrés contempla todas las miserias de la medicina y los médicos que la practican. En esta línea es realmente importante el episodio del gato de la enferma, tras el cual Andrés mantiene una conversación con Aracil en la que se da cuenta que aunque quiere cambiar las cosas si no se mete a la política sus esfuerzos son estériles. Al finalizar el  año entra a trabajar al Hospital General, tras lo cual se da cuenta que no quiere ejercer medicina, pero no le queda otra opción. Estos episodios refuerzan su pesimismo al observar con angustia que debe dedicarse a algo que no quiere, la práctica de la medicina.
Tras este episodio, conoce a las Carnarias, de las que se aprovecha Aracil. Si bien Andrés en un principio rechaza esta actitud, no hace nada para evitarlo, síntoma de su pesimismo e incapacidad de cambiar las cosas. Aun así, cuando Aracil le propone aprovecharse de Niní, Hurtado lo rechaza enérgicamente, lo cual es un detalle de su moralidad. Tienen una conversación tras la cual se muestra realmente interesado en ella. Cabe destacar que tras el baile en casa de las carnarias se suceden diversos episodios desagradables que Andrés no evita, salvo el de la casa de Villasús, en el que se opone completamente, fruto de sus antiguos ideales de justicia y cambio. El contacto con Lulú supone un “paréntesis” la evolución pesimista de Andrés, ya que este se muestra interesado en conocer en profundidad a Lulú, debido a su especial personalidad y sus similares ideales. Sin embargo, este apoyo a Lulú le lleva a tener un incidente con Manolo el Chafandín para defenderla. Esto nos indica que, si bien es clara la presencia del pesimismo en Andrés, conserva sus ideales de justicia de su juventud. Tras este episodio Andrés conoce a la Venancia, una anciana amiga de Lulú, con la que Andrés nuevamente muestra su convicción, aunque cada vez menor, de posibilidad de cambio.
Andrés conoce paulatinamente a los vecinos de Lulú de distintas clases, los cuales le provocan diversas sensaciones. Este contacto con la sociedad, junto a las experiencias vividas en la medicina le lleva a ir a hablar con su tío Iturrioz, antiguo médico militar del cual Andrés afirma que “era una de las pocas personas con quien se podía conversar de asuntos trascendentales.” Mantienen una conversación sobre sus experiencias en la azotea , tras la cual Andrés sale con una gran angustia existencial, que resulta de gran importancia en su evolución “mental”.
Tras enfermar Luisito de Tuberculosis Andrés sufre una fuerte crisis, debido a la relación que tiene con el chico y su lucha interna contra el pesimismo; motivada por sus antiguos ideales. Por estos motivos,  Andrés se implica de gran manera en la cura de Luisito buscándoles casa en Valencia, cuidándolo, sacándole a pasear, forzándolo a jugar en vez de leer…etc. Poco a poco Luisito va mejorando, lo que unido al ambiente pacífico del pueblo parece indicar el fin de la evolución “pesimista” de Andrés. Sin embargo esta sensación sigue estando presente, y se incrementa a través de las visiones de Andrés del pueblo y sus habitantes.[3]  Se ven obligados a moverse a la ciudad de Valencia, lo que provoca un gran enfado y pesimismo en Andrés, ya que ve que todos sus esfuerzos son frustrados por el resto, lo que se confirma con el tratamiento de mimo de los tíos a Luisito. Esto le lleva a “desentenderse” de la situación, tras lo cual escribe su tesis doctoral y se traslada a un pueblo de Burgos. Durante su estancia en el pueblo recibe la noticia de la muerte de Luisito, la cual le afecta de gran manera y le genera un gran escepticismo sobre la medicina tradicional. Sin embargo, es importante destacar que muestra muy poco sentimentalismo, fruto del pesimismo del que ya es partícipe.
Al regresar a Madrid, Andrés busca nuevamente un pueblo al que marcharse, lo que indica su deseo de “aislamiento” de la sociedad. Además, mantiene un debate “filosofo-intelectual” con su tío, en el cual podemos comprobar, a través de las ideas que expone, el avanzado estado de su evolución hacia el cinismo y el pesimismo más absoluto. Poco después le conceden un puesto de médico en Alcolea, que acepta encantado.
Su estancia en el pueblo se encuentra profundamente marcada e influida por su carácter escéptico y pesimista. En un principio afronta su estancia con cierto positivismo, como se observa en sus primeras descripciones y en su ahínco y dedicación a su trabajo, en contraste con el doctor Sánchez. Sin embargo, el contacto con el ambiente rural, la hostilidad que le muestran algunos habitantes, y algunos episodios como el asesinato de la mujer del tío Garrota o la falta de actividad política de provecho, provocan que nuevamente salga a relucir la personalidad pesimista de Andrés. Trata de abstraerse y cuidar su salud, generándose con su actitud la antipatía de los vecinos, hasta que decide dimitir de su cargo y volver a Madrid. 
A su llegada a Madrid, Andrés retoma el contacto con su antigua vida. Tanto a nivel político, con la declaración de guerra de EEUU, como a nivel social, con el reencuentro con sus antiguos amigos, no se siente cómodo en Madrid ya que todo le desagrada. Entra a trabajar como médico de higiene, lo que le supone un intenso contacto con las clases bajas, especialmente con las prostitutas. Esta experiencia, le hace darse cuenta de las miserias de la sociedad, y de cómo las clases altas controlan y explotan a las bajas, lo que provoca que Andrés refuerce sus ideas contra la sociedad y alcance el “clímax” de su evolución. En este ambiente de desesperación y pesimismo, Hurtado se siente cómodo únicamente en compañía de Lulú, con la que establece una relación realmente cercana. Poco a poco la relación se estrecha, hasta que un día Andrés se declara a Lulú y esta le reconoce su amor, por lo que deciden casarse.
El matrimonio funciona muy bien, lo supone para Andrés un estado de felicidad y el “abandono” de su actitud pesimista y escéptica. Sin embargo Lulú  le comenta su deseo de ser madre y él, si bien trata de rehusar la cuestión en un principio, ya que piensa que entre dos personas débiles no debe haber descendencia, acaba aceptándolo, como parte del sentimiento pesimista de no poder luchar contra las cosas, resultante de su evolución. Durante el embarazo,  ambos sufren cambios de humor y empeoramientos de salud que les complican la experiencia. El día del parto, si bien en un principio Lulú lucha con energía, pierde rápidamente las fuerzas debido a su delicado estado de salud. Además, el niño nace muerto, lo que, junto su delicado estado de salud, provoca la muerte de Lulú a las pocas horas. Su muerte provoca en Andrés una profunda crisis existencial, ya que ve una vez más sus ilusiones truncadas. Esto provoca que aflore nuevamente el pesimismo y la angustia existencial, que le llevan a suicidarse al día siguiente.
En resumen, podemos ver a lo largo de la novela como Andrés, de ser un joven con vocación, seguro y deseo de cambio, a través de un proceso de cambio se transforma en una persona escéptica, asocial y tremendamente pesimista. Las principales etapas de este cambio son la universidad, donde se desengaña de la medicina, la enfermedad de Luisito, donde se profundiza el desengaño con la medicina y se produce el desengaño “con la sociedad”, la estancia en Alcolea, en la cual se profundiza en del desengaño de la sociedad y la práctica de la medicina y la muerte de Lulú, clímax de su evolución debido a la pérdida de su mayor ilusión vital.


[1] Especialmente notables son la relación con el padre, la estancia en Valencia, y la muerte del hermano por tuberculosis.
[2] BAROJA, Pío. El árbol de la ciencia. Barcelona: El país Clásicos españoles , 2005. 285 pags. 84-9815-001-9. Pag 19-24

[3] BAROJA, Pío. El árbol de la ciencia. Barcelona: El país Clásicos españoles , 2005. 285 pags. 84-9815-001-9. Pag 130-135

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